No quiero llegar a la cama porque está fría y vacía.
Si te acercas puedes oír cómo los ácaros mordisquean el tejido,
y cierras los ojos con fuerza pero el sueño se espanta.
No quiero llegar a la cama porque es pequeña y me sobra espacio.
Se ha helado tu lado y me da vértigo notar cómo mi piel se habitúa a la frialdad.
No quiero llegar a la cama porque las horas pasan lentas
y el peso de mis párpados disminuye.
Y doy tantas vueltas como segundos corren
pero no consigo notarte detrás.
No quiero llegar a la cama porque despertaré igual.
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