martes, 7 de enero de 2014

No quiero llegar a la cama.


No quiero llegar a la cama porque está fría y vacía. 

Si te acercas puedes oír cómo los ácaros mordisquean el tejido, 

y cierras los ojos con fuerza pero el sueño se espanta.


No quiero llegar a la cama porque es pequeña y me sobra espacio. 
Se ha helado tu lado y me da vértigo notar cómo mi piel se habitúa a la frialdad. 



No quiero llegar a la cama porque las horas pasan lentas 

y el peso de mis párpados disminuye. 

Y doy tantas vueltas como segundos corren 

pero no consigo notarte detrás. 


No quiero llegar a la cama porque despertaré igual.

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